Desde su primera aparición en
TV Tokyo allá por 1995, el éxito de
Fushigi Yûgi no ha hecho más que aumentar. Apoyada inicialmente por una intensa campaña de promoción, con todo tipo de merchandise disponible, pronto obtuvo el reconocimiento por méritos propios. Fuera de Japón, su popularidad se fue extendiendo paulatinamente con el boca a boca (
aunque mejor habría que decir “módem a módem”). Pasado un tiempo aterrizó en Estados Unidos con la aureola de “serie mítica”, después de que los círculos de fansub la dieran a conocer y el público la demandara a gritos. Europa no podía resistirse a sus encantos, y tras pasar por Francia, Alemania, Italia… tuvimos nuestra versión en español, con el subtitulo
El Juego Misterioso, traducción lo más cercana posible al original.
¿Qué tiene esta serie para gustar tanto? En realidad no es ninguna maravilla de la animación, ni tampoco aporta nada esencialmente novedoso ni espectacular; es más, parte de una idea bastante manida: dos chicas normales que por arte de magia son transportadas a otro mundo donde viven diversas aventuras y romances. Nada nuevo. Pero su secreto está en la acertada combinación de elementos que la hacen interesante para todo tipo de público.
En primer lugar, llama la atención el precioso y cuidado diseño de personajes.
Tenemos a la monísima, adorable y minifaldera
Miaka para contentar a los aficionados masculinos y todo un plantel de chicos, a cuál más guapo y encantador (no olvidemos que la historia viene de un shôjo manga) que harán las delicias del sector femenino.
La ambientación es otro gran acierto, proporciona el marco ideal de misterio y romanticismo que requiere la historia, pero deja mucha libertad para que vuele la fantasía. Tened en cuenta que para los japoneses la legendaria antigüedad china resulta a la vez tan familiar como exótica, tanto como para nosotros pueda serlo la Grecia mitológica, por lo que construye una magnifica base en la que inspirarse.
Así que tenemos unos personajes atractivos y entrañables, un trasfondo de leyenda y una historia donde se alternan el romance y la acción, con numerosas chispas de humor que no impiden que la emoción vaya aumentando según avanza la trama. Tomo envuelto en una magnifica banda sonora, muy apropiada, y con una animación fluida y agradable.
Os puedo asegurar que en cuanto veáis (
si no lo habéis hecho ya) unos pocos episodios, os enganchará.
La sacerdotisa de Suzaku
Miaka no es precisamente una estudiante modelo, debería estar preparándose para su examen de ingreso en el Instituto, pero lo único qe tiene en la cabeza son los helados de vainilla, hamburguesas, pasteles... Su amiga
Yui, a la que conoce desde pequeña, es en cambio, una alumna brillante.
Después de las clases le pide a
Miaka que le acompañe a la Biblioteca Nacional para devolver un libro, pero a la entrada, ésta se queda distraída con una maquina de refrescos y, de repente, tiene la visión fugaz de un ave fénix de color rojo. Muy sorprendida, lo sigue hasta una habitación cerrada al público donde recoge un viejo libro que parece haberse caído por voluntad propia. Su amiga
Yui la encuentra y empieza a leer algo del libro, que está escrito en chino antiguo. En ese instante las dos se ven envueltas por un intenso resplandor rojo, y al abrir los ojos la biblioteca ha desaparecido, encontrándose ambas en medio del campo, en una tierra que parece ser la antigua China, totalmente solas... salvo por unos bandidos con no muy buenas intenciones. Por fortuna, un guapo chico que dice llamarse
Tamahome las rescata, a cambio de algún dinerillo, eso sí. Algo pasa y
Yui vuelve a aparecer en la biblioteca.
Cada vez más confundida, descubre que en el libro se cuenta lo que en ese momento le pasa a
Miaka en el otro mundo. Ha estado buscando a
Tamahome y ambos se topan ahora con el séquito del Emperador.
Miaka, ni corta ni perezosa, va a su encuentro a pedirle ayuda, pero los dos acaban en un calabozo por su imprudencia. Sin embargo, el Emperador en persona los libera, con la corazonada de que esa extraña chica pudiera ser la elegida de la que habla la leyenda, la Sacerdotisa de Suzaku, el Fénix rojo, dios protector del país de Konan. Según la leyenda, sólo la Sacerdotisa de Suzaku puede invocar a Suzaku y pedirle tres deseos, pero antes deben reunirse las siete estrellas o Seishi, personas con alguna habilidad o poder extraordinario que llevan una marca en forma de letra en alguna parte de su cuerpo.
Hotohori,
el Emperador, resulta ser uno de ellos y,
Tamahome, otro.
Nuriko, una dama de la corte bastante celosa de
Miaka, pronto se revela también como Seishi. Pero aún deberán encontrar a los otros cuatro para salvar al reino de Konan y poder hacer que
Miaka vuelva a casa...
Seiryû contra Suzaku
Si estáis pensando en ver la serie (
o leerla) y queréis conservar la emoción, ahora es un buen momento para dejar de leer y saltar al siguiente apartado. Pero si os pica demasiado la curiosidad...
Tras confesarle su amor a
Tamahome,
Miaka sufre un fuerte desengaño que la deja deprimida y enferma, al punto de temer por su vida. El Emperador, que antes le había propuesto matrimonio, decide resignado que lo mejor para ella es que vuelva a su mundo. La única persona que podría hacerlo es
Taiitsu-kun, la hechicera regente de los Cuatro Reinos que vive en un lejano palacio en las montañas, al que llegan después de muchas dificultades. De vuelta en Tokio,
Miaka le cuenta todo lo sucedido a su hermano, pero no logra encontrar a
Yui. Cuando comprende que su amiga ha sido absorbida por el libro en su lugar, regresa a Konan a buscarla.
Allí las cosas han empeorado en su ausencia; el país vecino de
Kutô, su eterno enemigo, se prepara para la guerra y ahora necesitan más que nunca la aparición de su dios protector. Pero
Kutô también tiene su propia Sacerdotisa, que resulta ser
Yui, quien tras sentirse abandonada por
Miaka se alió con su salvador,
Nakago, el Shôgun del ejercito de Kutô.
Los dos bandos deben luchas ahora por invocar a sus respectivos dioses,
Suzaku y
Seiryû, mientras se suceden las traiciones y los sentimientos personales que chocan con la responsabilidad y las obligaciones que deben asumir. Conforme avanzan los acontecimientos, descubrimos algunos secretos del pasado de los protagonistas, hasta que se aproxima el enfrentamiento final en el que los propios dioses intervienen. Es hora de tomar partido sin vacilar, pero algunos de nuestros amigos pagarán su lealtad con la vida.
La excelente adaptación al anime
Dado el gran éxito que cosechaba cada entrega del manga, la adaptación al anime no se hizo esperar. El trabajo corrió a cargo del prestigioso
Estudio Pierrot. Los 52 episodios de
Fushigi Yûgi comenzaron a emitirse en abril de 1995 por
TV Tokyo, hasta marzo del año siguiente.
La animación es impecable, aunque se resiente de algunos vicios propios del formato televisivo, como el abuso de los planos estáticos o los fondos inmóviles. La atmosfera de exotismo y leyenda está magistralmente conseguida, con unos escenarios muy vistosos, un colorida vivo y la soberbia y acertada banda sonora, empezando por la canción del opening,
Itoshii hito no tame ni, una suave melodía llena de romanticismo y misterio como la propia serie. Por supuesto, salieron al mercado multitud de discos con toda la música, desde las canciones de cada Seishi a las piezas instrumentales de fondo.
Es clave también el diseño de personajes, obra de
Hideyuki Motohashi, que conserva el espíritu del shôjo original de
Yuu Watase, pero dándoles un aspecto tan atractivo y definido que deberían estar en un manual de “
Cómo hacer personajes de anime encantadores”.
La saga continúa en los OVAs
Finalizada la serie se editó una cinta con un resumen de todos los episodios, entrevistas con los dobladores, unos minutos de animación extra y poco más.
Pero la verdadera continuación de la historia llegó poco después, con una serie de tres OVAs de 30 minutos cada uno. Estos capítulos no seguían la trama del manga, sino que servían de introducción de nuevos personajes y conectaban con una segunda tanda de seis OVAs, ya en 1997, que sí continuaban el hilo argumental. El diseño cambió ligeramente, las figuras parecen más estilizadas y tienen una apariencia algo más madura. Nuestras amigas deben volver al libo junto a
Tamahome, el que había conseguido quedarse con
Miaka en nuestro mundo por la aparición de una supuesta quita Sacerdotisa que puede alterar la historia tal y como la conoces y hacerlos desaparecer. Un viejo enemigo será el culpable de todo.
Para restablecer el equilibrio y salvar ambos mundos,
Tamahome debe renunciar a
Miaka y quedarse en Konan. Sin embargo, un dia se encuentran en Tokyo con un chico llamado
Taka, que no es sino la reencarnación de
Tamahome pero sin sus recuerdos. ¿Cómo hacer que vuelva a ser él mismo? La respuesta en la segunda serie de OVAs:
Taka deberá reunir siete esferas que contienen los fragmentos de su memoria, y hacerlo antes que su enemigo. Cada Seishi tiene las claves para encontrar una, lo que nos brinda la magnífica excusa para conocer más de sus vidas y acontecimientos pasados.
Como curiosidad, después de cada episodio viene un corto cómico la mar de divertido, con nuestros héroes en super-deformed visitando unos baños femeninos y otras pequeñas aventuras.
Pero el libro de los cuatro dioses aun da para mucho juego; y aun cuenta con otra colección de OVAs bajo el titulo
Fushigi Yûgi Eikôden, basados en las novelas de
Fushigi Yûgi Gaiden (
diseñadas por la propia Yuu Watase tras acabar el manga, pero escritas por Megumi Nishizari), realizados también por el
Estudio Pierrot y producidos por
Bandai Visual. Estos comienzan con la esperadísima boda de
Miaka y
Tamahome. Pero la felicidad de la pareja es efímera y, la misma noche de bodas tendrán que regresar al reino de Konan para reunir a los Seishi y combatir un nuevo peligro.