¿Qué puedo decir sobre este manga? Seguramente fue, para mí y para muchos, el primer manga que leímos y el cual, nos adentró en este mundo.
Recuerdo que lo primero que vi fue el anime. Lo emitían en TV2 por las tardes, y no me perdía ningún capítulo! n_n
Ya sabemos que se trata de una de esas típicas series de anime japonés romanticonas, pastelosas y ñoñas y, quizás, ese sea el motivo de que nos guste tanto ^^ Eso de ver las complicaciones amorosas, los triángulos, las pasiones, las mentiras, las peleas, los compromisos, de un grupo de jóvenes la verdad es que me gusta muchísimo. Me engancha. Supongo que el efecto es el mismo que el de un culebrón para un ama de casa.
Y es que es verdad, Marmalade Boy es, como dicen muchos, un culebrón. Un culebrón que, evidentemente, está adaptado para un público muy en concreto, pero bueno, ¿y qué? Sigo pensando que me encanta. Al fin y al cabo, las mayores y mejores historias contadas por el hombre tienen como centro las pasiones y amores de sus protagonistas. Marmalade Boy no hace otra cosa que explotar esto en grado súmmum y hace girar la vida de sus personajes en torno a sus sentimientos. Vamos, como la vida misma. Y quizás sea esto lo que hace que te enganches, que es como tu vida, con cosas que probablemente nos han pasado o, en cualquier caso, nos gustaría que nos pasase, La consabida “identificación”.
Pero antes de meterme en consideraciones más profundas, quizás sea necesario, conocer mejor esta serie.
El Manga:
Como es de suponer, el manga de Marmalade Boy gozó de bastante éxito, ya que esto suele ser condición indispensable para que una serie consiga tener versión animada.
Se publicó en la revista mensual Ribon, hermana del Shonen Jump, de la editorial Shueisha, pero dirigida principalmente a chicas. Esta revista, junto con el Nakayoshi (revista donde se ha publicado, por ejemplo, Sailor Moon) de la Kodansha compiten semana tras semana en el ranking de revistas más vendidas de este nicho (chicas adolescentes) estando su cuota de ventas sobre el millón de ejemplares.
Durante la publicación de Marmalade Boy en la Ribon, la revista no se bajo durante ninguna semana del primer puesto (Fuente: Asahi). Ni que decir tiene que la TOEI, casi siempre encargada de realizar la versión animada de los títulos de la Sueisha, pronto se fijó en la serie para convertirla en una de las series anime shojo más importantes de los últimos tiempos, aunque de eso ya hablaré más adelante ^^
Su autora es, como ya sabéis, Wataru Yoshizumi. Esta mujer ha conseguido con Marmalade Boy el mayor éxito de su carrera hasta el momento. ¿Y como lo ha logrado? Encontrando la formula que normalmente conlleva toda obra con aspiraciones a best seller: historia original, personajes bien definidos, tanto física (diseño) y psíquica (personalidad), como argumentalmente, buen dibujo y, sobre todo, buena capacidad para transmitir lo que está intentando decir.
En mi modesta opinión, en Marmalade Boy, Wataru Yoshizumi consigue transmitir muy bien los sentimientos de cada personaje, cuando lo leemos, tenemos la impresión de estar dentro de la cabeza de cada uno de ellos, comprender cómo piensan, lo que nos hace caminar por la historia, una historia muy bien conducida, de una manera elevada, casi podríamos llamarlo “divina”, pues siempre conocemos todo lo que pasa por la mente de cada uno.
Concretando, los personajes están bien definidos, se nos muestran de forma real y cercana, y se mueven por una historia bien contada. Sin embargo, la historia no pasa por ser el mero marco donde se desarrolla el verdadero argumento: la evolución de las relaciones y sentimientos de nuestros protagonistas.
Creo que estoy teorizando demasiado, dando por supuesto que ya conocéis la serie. Aunque esto es bastante probable, mi “obligación” en este blog es la de resumir en breves trazos cual es el argumento principal de este manga. Así que, vamos a ello.
La Historia:
Todo empieza cuando Miki, típica chica estudiante de secundaria, recibe una perturbadora noticia por parte de sus padres: se van a divorciar. La chica, como es lógico, se muestra muy sorprendida, más teniendo en cuanta que no había percibido ningún motivo grave de discusión o separación en sus padres.
Éstos continúan con su exposición. Durante su último viaje a Hawaii han conocido a otra pareja de su misma edad y se han enamorado respectivamente de los otros. Miki cada vez se muestra más sorprendida y horrorizada.
El golpe final llega cuando sus padres, con una gran sonrisa en sus labios, le dicen que tras el divorcio van a volver a casarse cada uno con la otra pareja. Miki no se lo cree. Le parece grotesco, y se lo toma bastante mal. Pero al ver la cara de tristeza de sus padres ante su reacción, decide dejarlo pasar por el momento, no sin antes prometerse hacer todo lo posible para quitarles esa horrible idea de la cabeza.
Conoce a la otra pareja durante una cena convocada al efecto. Y allí también conoce a su hijo, un chico de su edad y que pasaría a ser su hermanastro. Su nombre es Yuu, y Miki queda fascinada cuando lo ve. Es guapísimo y encantador, aunque no se opone, como ella, a la unión de sus respectivos padres, por lo que el encanto hacia él se esfuma pronto.
Finalmente Miki vuelve a ceder durante la cena para admitir que sus padres están completamente locos pero que, al fin y al cabo, es su vida, y con ella pueden hacer lo que quieran, aunque eso no significa que ella esté de acuerdo.
Así pues, compran una nueva casa y se van a vivir todos juntos para no promover habladurías. Como habréis adivinado, conforme pasa el tiempo, entre Yuu y Miki surge el amor. Pero tranquilos, no estamos ante una de esas series en las que, hasta el último episodio, el protagonista no se decide a contar sus sentimientos y conseguir a su enamorada en un increíble episodio final.
Como he dicho antes, la serie gira sobre los sentimientos de sus protagonistas, y éstos pasan por ser bastante más complicados que “tú me gustas pero me da vergüenza decírtelo”. La relación entre Miki y Yuu es bastante más extensa y profunda. Que se gustan es algo que descubren pronto. Incluso que comparten pronto. Pero durante el transcurso de la obra, su relación tiene multitud de problemas. Algunos causados por otras personas, otros pos sentimientos encontrados. Pero no es para nada eso de: “ah, ya sabemos que nos queremos, seremos felices para siempre”. No, no. ¿Es que acaso eso ocurre en la vida real? En ningún caso. En Marmalade boy, tampoco.
Otro de los ejes sobre los que se desarrolla la historia son sus secundarios. Secundarios que realmente no merecen llevar ese nombre, pues en muchos casos sus guiones pasan a ser más importantes que incluso el principal de Yuu y Miki. Es el caso de Meiko, la mejor amiga de Miki. Su relación amorosa se convierte en la más tempestuosa en todo el manga. Enamorarse de un profesor no está bien visto. Y menos que ese profesor te corresponda y comience una relación contigo.
La relación entre Nachan y Meiko aporta a Marmalade Boy el grado de madurez, e incluso morbosidad, que le falta si se restringe solamente a la relación de Miki y Yuu. De hecho, podemos decir lo mismo con ellas dos. Cada una es el extremo de una personalidad. Mientras que Miki representa la inseguridad y la imperfección (más cercana, eso sí, a cada uno de nosotros), Meiko representa la seguridad, la madurez y la perfección. Todo para equilibrar la balanza de un argumento que, como ya he dicho, se dirige de forma magistral.
La tercera relación importante en Marmalade Boy es la de Ginta y Arimi, ya que surge de forma no premeditada por ninguno de los dos y, sobre todo, porque proviene del amor de cada uno de ellos por los protagonistas. Dos chicos enamorados deciden fingir para conseguir a sus amores perdidos y que descubre realmente tras el engaño que la vida continúa y que han empezado a sentir algo por si “aliado”, algo que no creyeron volver a sentir.
En la serie aparecen muchos otros personajes que complicaran aun mas los asuntos que ya creíamos como fijos mientras leemos el manga, lo que una vez más nos muestra una analogía con la realidad.
Más cosas que me gustan: la evolución de los personajes. Tanto física como mentalmente. Todos se van volviendo más maduros. También se ve en el dibujo, sobre todo en el caso de Miki. El pelo, su altura, su forma de vestir y de hablar y, sobre todo, su actitud, la van definiendo durante toda la obra. Es en la que más se nota el cambio.
A parte de ser un manga de amor, también lo es de humor. En serio. Son muchísimos los momentos cómicos en la serie, los guiños simpáticos y hasta hilarantes. Es otra de sus genialidades, ya que si constantemente estuviéramos rodeados de problemas y un ambiente excesivamente dirigido hacia la “lucha” por el amor, esta obra podría ser muy agobiante, los toques (y hay muchos) de humor consiguen oxigenar este ambiente, y además, nos hace ganar simpatía por los personajes.
Para terminar este repaso del manga sólo decir que si no lo tienes ya, no esperes más. Ve a la tienda y cómpralo. No ya porque sea el primer shojo serializado en nuestro país (España), que ya tiene su mérito, sino porque merece la pena. Mucho. No te guíes por el contenido aparentemente frívolo que muestra. En Marmalade Boy se habla sobre todo de sentimientos, amorosos y de otros tipos. De sentimientos profundos que todos tenemos. Además te reirás mucho y, sin duda pasarás un rato muy agradable compartiendo los problemas de Miki, Yuu, Ginta, Meiko, Arimi, Nachan, Kei...
El Anime:
Marmalade Boy pasó de ser un manga poco conocido a convertirse en todo un bombazo en España. Después de una larga sequia de series nuevas de anime japonés en todas las televisiones de territoria nacional, TVE nos sorprendió con la emisión de este anime.
Colocó a “La Familia Crece” en horario Prime Time, es decir, de máxima audiencia juvenil, en La 2, dentro de un programa infantil-juvenil que, curiosamente, tenia nombre japonés: “Hyakutake”. Y que os voy a contar, el éxito que tuvo fue arrollador, no habiéndose visto nada igual desde la emisión de Sailor Moon en Antena 3.
Marmalade Boy en su versión animada es obra de la TOEI, la productora encargada, como he dicho antes, de la mayoría de las versiones anime de la Shueisha. No tiene una animación buena, ni media (a veces es hasta mala), pero sirve para lo que se quiere contar.
No discuto que hubiera quedado mejor con una animación más elaborada, pero también soy consciente de que no era en absoluto necesario. Las características del manga provocan esto: nada de efectos especiales, grandes explosiones, movimientos masivos o acciones rápidas. Nada. Sólo la vida cotidiana de unos chicos normales.
Y es que Marmalade Boy no se desmarca para nada de su homónima en manga. Es caso igual. Y digo casi porque me parece imposible hacer 76 capítulos de un manga de 8 tomos manteniendo el argumento y hasta los más mínimos gags (cosa que parece una gran hazaña), aunque casi lo consigue. Evidentemente, no tenemos la misma profundidad, ni el mismo nivel de “complicidad” con los personajes. Es curioso, pero el papel da más juego que la animación.
Respecto al dibujo, notarás que también es muy similar. Lógico, pues fue la propia Wataru Yoshizumi la que realizó el diseño de los personajes para la serie e incluso colaboró en su elaboración.
En Japón la serie fue emitida por la Fuji TV desde el 13 de Marzo de 1994 hasta el 3 de Septiembre de 1995 a las 18:30 (¡¡Como en España!!).
La Película:
Aparte de la serie de TV, existe también una película, estrenada en el año 95. Tiene solamente 30 minutos de duración, y nos cuenta una historia, podríamos decir que “alternativa”, que no modifica el argumento y que no aparece en el manga. Se sitúa con anterioridad al primer capítulo, postulando la posibilidad de que Yuu hubiera conocido a Miki antes de su primer encuentro en el restaurante.
Se trata de un capítulo más, pero mucho más elaborado y, desde luego, mucho más gracioso. La aparición de cierto grupito de niños con los cuales Miki bromea y juega (es que no quiero revelaros más cosas sobre el film ^^) es verdaderamente divertido.
Recuerdo que lo primero que vi fue el anime. Lo emitían en TV2 por las tardes, y no me perdía ningún capítulo! n_n
Ya sabemos que se trata de una de esas típicas series de anime japonés romanticonas, pastelosas y ñoñas y, quizás, ese sea el motivo de que nos guste tanto ^^ Eso de ver las complicaciones amorosas, los triángulos, las pasiones, las mentiras, las peleas, los compromisos, de un grupo de jóvenes la verdad es que me gusta muchísimo. Me engancha. Supongo que el efecto es el mismo que el de un culebrón para un ama de casa.
Y es que es verdad, Marmalade Boy es, como dicen muchos, un culebrón. Un culebrón que, evidentemente, está adaptado para un público muy en concreto, pero bueno, ¿y qué? Sigo pensando que me encanta. Al fin y al cabo, las mayores y mejores historias contadas por el hombre tienen como centro las pasiones y amores de sus protagonistas. Marmalade Boy no hace otra cosa que explotar esto en grado súmmum y hace girar la vida de sus personajes en torno a sus sentimientos. Vamos, como la vida misma. Y quizás sea esto lo que hace que te enganches, que es como tu vida, con cosas que probablemente nos han pasado o, en cualquier caso, nos gustaría que nos pasase, La consabida “identificación”.
Pero antes de meterme en consideraciones más profundas, quizás sea necesario, conocer mejor esta serie.
El Manga:
Como es de suponer, el manga de Marmalade Boy gozó de bastante éxito, ya que esto suele ser condición indispensable para que una serie consiga tener versión animada.
Se publicó en la revista mensual Ribon, hermana del Shonen Jump, de la editorial Shueisha, pero dirigida principalmente a chicas. Esta revista, junto con el Nakayoshi (revista donde se ha publicado, por ejemplo, Sailor Moon) de la Kodansha compiten semana tras semana en el ranking de revistas más vendidas de este nicho (chicas adolescentes) estando su cuota de ventas sobre el millón de ejemplares.
Durante la publicación de Marmalade Boy en la Ribon, la revista no se bajo durante ninguna semana del primer puesto (Fuente: Asahi). Ni que decir tiene que la TOEI, casi siempre encargada de realizar la versión animada de los títulos de la Sueisha, pronto se fijó en la serie para convertirla en una de las series anime shojo más importantes de los últimos tiempos, aunque de eso ya hablaré más adelante ^^
Su autora es, como ya sabéis, Wataru Yoshizumi. Esta mujer ha conseguido con Marmalade Boy el mayor éxito de su carrera hasta el momento. ¿Y como lo ha logrado? Encontrando la formula que normalmente conlleva toda obra con aspiraciones a best seller: historia original, personajes bien definidos, tanto física (diseño) y psíquica (personalidad), como argumentalmente, buen dibujo y, sobre todo, buena capacidad para transmitir lo que está intentando decir.
En mi modesta opinión, en Marmalade Boy, Wataru Yoshizumi consigue transmitir muy bien los sentimientos de cada personaje, cuando lo leemos, tenemos la impresión de estar dentro de la cabeza de cada uno de ellos, comprender cómo piensan, lo que nos hace caminar por la historia, una historia muy bien conducida, de una manera elevada, casi podríamos llamarlo “divina”, pues siempre conocemos todo lo que pasa por la mente de cada uno.
Concretando, los personajes están bien definidos, se nos muestran de forma real y cercana, y se mueven por una historia bien contada. Sin embargo, la historia no pasa por ser el mero marco donde se desarrolla el verdadero argumento: la evolución de las relaciones y sentimientos de nuestros protagonistas.
Creo que estoy teorizando demasiado, dando por supuesto que ya conocéis la serie. Aunque esto es bastante probable, mi “obligación” en este blog es la de resumir en breves trazos cual es el argumento principal de este manga. Así que, vamos a ello.
La Historia:
Todo empieza cuando Miki, típica chica estudiante de secundaria, recibe una perturbadora noticia por parte de sus padres: se van a divorciar. La chica, como es lógico, se muestra muy sorprendida, más teniendo en cuanta que no había percibido ningún motivo grave de discusión o separación en sus padres.
Éstos continúan con su exposición. Durante su último viaje a Hawaii han conocido a otra pareja de su misma edad y se han enamorado respectivamente de los otros. Miki cada vez se muestra más sorprendida y horrorizada.
El golpe final llega cuando sus padres, con una gran sonrisa en sus labios, le dicen que tras el divorcio van a volver a casarse cada uno con la otra pareja. Miki no se lo cree. Le parece grotesco, y se lo toma bastante mal. Pero al ver la cara de tristeza de sus padres ante su reacción, decide dejarlo pasar por el momento, no sin antes prometerse hacer todo lo posible para quitarles esa horrible idea de la cabeza.
Conoce a la otra pareja durante una cena convocada al efecto. Y allí también conoce a su hijo, un chico de su edad y que pasaría a ser su hermanastro. Su nombre es Yuu, y Miki queda fascinada cuando lo ve. Es guapísimo y encantador, aunque no se opone, como ella, a la unión de sus respectivos padres, por lo que el encanto hacia él se esfuma pronto.
Finalmente Miki vuelve a ceder durante la cena para admitir que sus padres están completamente locos pero que, al fin y al cabo, es su vida, y con ella pueden hacer lo que quieran, aunque eso no significa que ella esté de acuerdo.
Así pues, compran una nueva casa y se van a vivir todos juntos para no promover habladurías. Como habréis adivinado, conforme pasa el tiempo, entre Yuu y Miki surge el amor. Pero tranquilos, no estamos ante una de esas series en las que, hasta el último episodio, el protagonista no se decide a contar sus sentimientos y conseguir a su enamorada en un increíble episodio final.
Como he dicho antes, la serie gira sobre los sentimientos de sus protagonistas, y éstos pasan por ser bastante más complicados que “tú me gustas pero me da vergüenza decírtelo”. La relación entre Miki y Yuu es bastante más extensa y profunda. Que se gustan es algo que descubren pronto. Incluso que comparten pronto. Pero durante el transcurso de la obra, su relación tiene multitud de problemas. Algunos causados por otras personas, otros pos sentimientos encontrados. Pero no es para nada eso de: “ah, ya sabemos que nos queremos, seremos felices para siempre”. No, no. ¿Es que acaso eso ocurre en la vida real? En ningún caso. En Marmalade boy, tampoco.
Otro de los ejes sobre los que se desarrolla la historia son sus secundarios. Secundarios que realmente no merecen llevar ese nombre, pues en muchos casos sus guiones pasan a ser más importantes que incluso el principal de Yuu y Miki. Es el caso de Meiko, la mejor amiga de Miki. Su relación amorosa se convierte en la más tempestuosa en todo el manga. Enamorarse de un profesor no está bien visto. Y menos que ese profesor te corresponda y comience una relación contigo.
La relación entre Nachan y Meiko aporta a Marmalade Boy el grado de madurez, e incluso morbosidad, que le falta si se restringe solamente a la relación de Miki y Yuu. De hecho, podemos decir lo mismo con ellas dos. Cada una es el extremo de una personalidad. Mientras que Miki representa la inseguridad y la imperfección (más cercana, eso sí, a cada uno de nosotros), Meiko representa la seguridad, la madurez y la perfección. Todo para equilibrar la balanza de un argumento que, como ya he dicho, se dirige de forma magistral.
La tercera relación importante en Marmalade Boy es la de Ginta y Arimi, ya que surge de forma no premeditada por ninguno de los dos y, sobre todo, porque proviene del amor de cada uno de ellos por los protagonistas. Dos chicos enamorados deciden fingir para conseguir a sus amores perdidos y que descubre realmente tras el engaño que la vida continúa y que han empezado a sentir algo por si “aliado”, algo que no creyeron volver a sentir.
En la serie aparecen muchos otros personajes que complicaran aun mas los asuntos que ya creíamos como fijos mientras leemos el manga, lo que una vez más nos muestra una analogía con la realidad.
Más cosas que me gustan: la evolución de los personajes. Tanto física como mentalmente. Todos se van volviendo más maduros. También se ve en el dibujo, sobre todo en el caso de Miki. El pelo, su altura, su forma de vestir y de hablar y, sobre todo, su actitud, la van definiendo durante toda la obra. Es en la que más se nota el cambio.
A parte de ser un manga de amor, también lo es de humor. En serio. Son muchísimos los momentos cómicos en la serie, los guiños simpáticos y hasta hilarantes. Es otra de sus genialidades, ya que si constantemente estuviéramos rodeados de problemas y un ambiente excesivamente dirigido hacia la “lucha” por el amor, esta obra podría ser muy agobiante, los toques (y hay muchos) de humor consiguen oxigenar este ambiente, y además, nos hace ganar simpatía por los personajes.
Para terminar este repaso del manga sólo decir que si no lo tienes ya, no esperes más. Ve a la tienda y cómpralo. No ya porque sea el primer shojo serializado en nuestro país (España), que ya tiene su mérito, sino porque merece la pena. Mucho. No te guíes por el contenido aparentemente frívolo que muestra. En Marmalade Boy se habla sobre todo de sentimientos, amorosos y de otros tipos. De sentimientos profundos que todos tenemos. Además te reirás mucho y, sin duda pasarás un rato muy agradable compartiendo los problemas de Miki, Yuu, Ginta, Meiko, Arimi, Nachan, Kei...
El Anime:
Marmalade Boy pasó de ser un manga poco conocido a convertirse en todo un bombazo en España. Después de una larga sequia de series nuevas de anime japonés en todas las televisiones de territoria nacional, TVE nos sorprendió con la emisión de este anime.
Colocó a “La Familia Crece” en horario Prime Time, es decir, de máxima audiencia juvenil, en La 2, dentro de un programa infantil-juvenil que, curiosamente, tenia nombre japonés: “Hyakutake”. Y que os voy a contar, el éxito que tuvo fue arrollador, no habiéndose visto nada igual desde la emisión de Sailor Moon en Antena 3.
Marmalade Boy en su versión animada es obra de la TOEI, la productora encargada, como he dicho antes, de la mayoría de las versiones anime de la Shueisha. No tiene una animación buena, ni media (a veces es hasta mala), pero sirve para lo que se quiere contar.
No discuto que hubiera quedado mejor con una animación más elaborada, pero también soy consciente de que no era en absoluto necesario. Las características del manga provocan esto: nada de efectos especiales, grandes explosiones, movimientos masivos o acciones rápidas. Nada. Sólo la vida cotidiana de unos chicos normales.
Y es que Marmalade Boy no se desmarca para nada de su homónima en manga. Es caso igual. Y digo casi porque me parece imposible hacer 76 capítulos de un manga de 8 tomos manteniendo el argumento y hasta los más mínimos gags (cosa que parece una gran hazaña), aunque casi lo consigue. Evidentemente, no tenemos la misma profundidad, ni el mismo nivel de “complicidad” con los personajes. Es curioso, pero el papel da más juego que la animación.
Respecto al dibujo, notarás que también es muy similar. Lógico, pues fue la propia Wataru Yoshizumi la que realizó el diseño de los personajes para la serie e incluso colaboró en su elaboración.
En Japón la serie fue emitida por la Fuji TV desde el 13 de Marzo de 1994 hasta el 3 de Septiembre de 1995 a las 18:30 (¡¡Como en España!!).
La Película:
Aparte de la serie de TV, existe también una película, estrenada en el año 95. Tiene solamente 30 minutos de duración, y nos cuenta una historia, podríamos decir que “alternativa”, que no modifica el argumento y que no aparece en el manga. Se sitúa con anterioridad al primer capítulo, postulando la posibilidad de que Yuu hubiera conocido a Miki antes de su primer encuentro en el restaurante.
Se trata de un capítulo más, pero mucho más elaborado y, desde luego, mucho más gracioso. La aparición de cierto grupito de niños con los cuales Miki bromea y juega (es que no quiero revelaros más cosas sobre el film ^^) es verdaderamente divertido.
0 comments:
Publicar un comentario
Recuerda, ¡gracias a comentarios como el tuyo el blog crece!
Por favor, no hagas spam, ni pongas comentarios ofensivos.
Muchas gracias :)