Hola a todos/as! (^◡^)/
Pues de nuevo estoy por aquí con vosotrxs para continuar con la crónica de mi viaje por Marruecos de estas vacaciones veraniegas de 2014.
Desde ya os aviso que quizás salga una entrada algo larguita, pero no quiero dedicar el blog únicamente a resumiros estas vacaciones, por lo que hoy termino con esta crónica sí o sí y así puedo avanzar con otras entradas que sé que estáis esperando con ganas (como mi visita a Alemania jejje).
✰ El desierto
Sin duda alguna esta fue la mejor etapa del viaje. Y la volvería a hacer una y mil veces. De hecho sé que tarde o temprano volveré. Aunque solo sea para estar allí. Una semana entera en el desierto. Eso sería increíble...
El día lo comenzamos yendo a Rissani, ciudad que, según nos comentaron, desde siempre y hasta la partición de África era una parada imprescindible en las rutas comerciales trans-saharianas, donde las caravanas del Sahel descansaban con su oro y esclavos antes de adentrarse en el Marruecos imperial. Hoy día sigue siendo un punto de encuentro de la región y el último punto comercial entre desierto y civilización.
Estuvimos recorriendo el mercado y, como no, acabamos picando y comprando cosillas típicas del lugar.
También visitamos diversas Kashbas y Ksar que son majestuosas construcciones levantadas con el humilde adobe y corresponden al modelo de vida agraria de la zona de un pasado reciente. Sobresale la Kashba de Ouled Abdelhalim restaurada parcialmente, donde quedan pocas personas viviendo y nos transporta a su gloria y aproxima a su decadencia.
Y, por fin, esa misma tarde después de comer en un maravillo restaurante, dimos comienzo a lo que seria lo mejor de todo el viaje y lo que todos recordaremos para siempre.
Desde el hotel donde nos hospedábamos comenzamos el viaje hacía el centro de las dunas del desierto de Merzouga subidos a la joroba de nuestros respectivos dromedarios (porque sí, no son camellos, no xD Son dromedarios. Una joroba = dromedario. Dos jorobas = Camellos. Y, al parecer, no hay camellos en Marruecos...).
Casi una hora de camino más tarde, llegamos al lugar en donde pasaríamos la noche: una especie de campamento formado con diversas jaimas. Nada más llegar nos dispusimos a alcanzar la cima de una de las dunas más altas de la zona, ya que anochecería en breve y queríamos tener una visión perfecta. Nos constó muchísimo, lo reconozco. Tuvimos que hacer diversos descansos durante el camino pero finalmente lo conseguimos y, desde luego, el esfuerzo mereció muchísimo la pena.
Tras disfrutar de uno de los mejores escenarios del mundo, bajamos de la duna y comenzamos a cenar. Decir que fue una de las mejores cenas que probamos durante todo el viaje! Pensar que de simplemente una botella de butano (aka un camping gas xD) en mitad del desierto puedo cocinarse semejante manjar me parece increíble! Más que nada porque estuvimos en restaurantes en donde la comida dejaba bastante que desear... Pero bueno...
Después de cenar estuvimos de charla hasta casi entrada la madrugada y, cuando nos dispusimos a ir a dormir, decidimos hacerlo bajo las estrellas, literalmente. Por lo que sacamos los colchones de nuestras jaimas y los dejamos justo en el centro del campamento. Lo dicho. Una noche inolvidable ♥
✰ Rumbo a Marrakech
Tras la inolvidable noche anterior, tuvimos que volver a la realidad y, tras volver al hotel nuevamente sobre los dromedarios, dimos comienzo a nuestro viaje rumbo a Marrakech.
Hicimos diversas paradas en el camino, tanto para visitar lugares como para dormir pero, como no quiero que la reseña acabe siendo como el quijote, únicamente os comentaré lo que más me llamó la atención de la ruta hasta Marrakech.
La primera parada fue en Khamlia, una pequeña aldea situada al pie de las dunas de Erg Chebbi, las puertas del gran desierto del Sahara. La gente es cálida, amable y tranquila, y debido a su cultura musical, sus costumbres sociales y sus tradiciones ocupan un lugar único en Marruecos. La música en Khamlia es la esencia del lugar, a manos de la tribu Gnaoua. Os recomiendo, si vais, disfrutéis de su hospitalidad, tomando una taza de té y escuchando la música Gnaoua descansando en el maravilloso paisaje del desierto, entre dunas y preciosos mantos de estrellas.
La siguiente parada fue en las Gargantas del Todra, que se encuentran a unos 15 kilómetros de Tinerhir, el oasis más frondoso del sur. La verdad es que llegan a impresionar. Te sientes tan pequeñito/a entre esos gigantescos muros rocosos...
Seguimos por la ruta de las Kasbahs, desviándonos hacia el interior del Valle del Dades. Gran rivalidad existe entre estas gargantas y las del Todra por ser las mas bellas de Marruecos. Si bien son mas altas y, aunque discutible, más espectaculares las del Todra, la variedad paisajística de las gargantas del Dades, junto con su riqueza arquitectónica hacen que sean mis preferidas.
Pasamos rápidamente por Skoura, donde visitamos algunas de las kasbahs más bonitas hasta llegar a Ouarzazate, también conocida como “La puerta del desierto”. Lo que más impresionó fue descubrir que esta última ha sido el escenario de centenar de películas! En Ouarzazate se encuentran los Atlas Corporation Studios, de titularidad marroquí, la estructura de la cual destaca por su inconfundible exterior, a medio camino entre rústicas murallas árabes y templos egipcios. En ella todavía se conserva un templo tibetano (de 1997 para Kundun, de Martin Scorsese), el mercado de esclavos de Gladiator, o el avión utilizado por Michael Douglas en La Joya del Nilo (Lewis Teague, 1985). Por otro lado, la espectacular fortaleza de Jerusalén que aparece en el Reino de los Cielos de Ridley Scott (2005), es la joya de la corona de la competencia, los CLA Studios.
Y hay más. A unos 30 quilómetros antes de llegar a estos colosos platós de cine se erige el ksar Aït-Ben-Haddou, un espectacular pueblo fortificado al margen del rio Margan que data de finales del siglo XI y que la Unesco proclamó Patrimonio de la Humanidad en 1987. Esta fue la ciudad amurallada que poseyeron Michael Caine y Sean Connery en El hombre que pudo reinar (John Houston, 1975), así como los callejones laberínticos de La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988), Los héroes del tiempo (1981), la saga de La Momia (1999), Príncipe de Persia: las arenas del tiempo (Mike Newell, 2010), o escenas de la segunda de Juego de Tronos (2012), así como también para otros los films que se rodaron tanto en los estudios de Ouarzazate como en el desierto de Erg Chebbi o en las montañas del Atlas, como Lawrence de Arabia, Alejandro Magno, o El cielo protector.
✰ Marrakech. Essaouira. Vuelta a casa
En la ultima etapa del viaje llegamos a Marrakech, una de las ciudades más importantes de Marruecos, que posee numerosos monumentos patrimonio de la Humanidad, lo que la convierten en uno de los principales atractivos turísticos del país. Es, junto a Mequinez, Fez y Rabat, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. La ciudad posee el mercado tradicional más grande del país y una de las plazas más concurridas de África y del mundo, Djemaa el Fna. En la plaza se citan acróbatas, cuenta-cuentos, vendedores de agua, bailarines y músicos. Por la noche, la plaza se llena de puestos de comida, convirtiéndose en un gran restaurante al aire libre.
Sin embargo, y a pesar de todo el encanto que tiene la ciudad, lo cierto es que vimos prácticamente en un día todos los lugares más conocidos (entre otros, la mezquita Koutoubia, uno de los monumentos más representativos de la ciudad de Marrakech. Su alminar es el modelo de los de las mezquitas de Rabat, con la Torre Hasan y de Sevilla (España) con la Giralda; las Tumbas Saadianas; la ciudad moderna (Gueliz), con sus formas de vida occidentales; el Jardín Majorelle, un jardín botánico diseñado por el artista expatriado francés Jacques Majorelle y restaurado más tarde por Yves Saint-Laurent y su amigo Pierre Bergé). Por lo que, para seguir descubriendo Marruecos, decidimos visitar, sin haberlo planeado antes ni estar en la ruta que en un principio ideamos, Essaouira, una ciudad portuaria marroquí, situada en la costa occidental atlántica. Es, a mi entender, unas de las pocas ciudades marroquíes que merece una estancia de varios días, tanto por ella misma como por sus alrededores, donde abundan las playas de fina arena y realmente preciosas. Asimismo, su medina o centro histórico está catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2001.
Y eso es todo. Tras Essaouira regresamos a Marrakech, donde pasamos un día más y posteriormente regresamos a casa...
Como ya dije en su momento, ha sido un viaje que me ha dejado muy buenas sensaciones así como recuerdos (y eso que en un principio no estaba muy convencida...). Y, sin lugar a dudas, algún día volveré a pasar una noche en el desierto... En serio. Fue increíble... ♥
Puedes leer la primera parte de la crónica sobre mi viaje a Marruecos aquí
Pues de nuevo estoy por aquí con vosotrxs para continuar con la crónica de mi viaje por Marruecos de estas vacaciones veraniegas de 2014.
Desde ya os aviso que quizás salga una entrada algo larguita, pero no quiero dedicar el blog únicamente a resumiros estas vacaciones, por lo que hoy termino con esta crónica sí o sí y así puedo avanzar con otras entradas que sé que estáis esperando con ganas (como mi visita a Alemania jejje).
✰ El desierto
Sin duda alguna esta fue la mejor etapa del viaje. Y la volvería a hacer una y mil veces. De hecho sé que tarde o temprano volveré. Aunque solo sea para estar allí. Una semana entera en el desierto. Eso sería increíble...
El día lo comenzamos yendo a Rissani, ciudad que, según nos comentaron, desde siempre y hasta la partición de África era una parada imprescindible en las rutas comerciales trans-saharianas, donde las caravanas del Sahel descansaban con su oro y esclavos antes de adentrarse en el Marruecos imperial. Hoy día sigue siendo un punto de encuentro de la región y el último punto comercial entre desierto y civilización.
Estuvimos recorriendo el mercado y, como no, acabamos picando y comprando cosillas típicas del lugar.
También visitamos diversas Kashbas y Ksar que son majestuosas construcciones levantadas con el humilde adobe y corresponden al modelo de vida agraria de la zona de un pasado reciente. Sobresale la Kashba de Ouled Abdelhalim restaurada parcialmente, donde quedan pocas personas viviendo y nos transporta a su gloria y aproxima a su decadencia.
Y, por fin, esa misma tarde después de comer en un maravillo restaurante, dimos comienzo a lo que seria lo mejor de todo el viaje y lo que todos recordaremos para siempre.
Desde el hotel donde nos hospedábamos comenzamos el viaje hacía el centro de las dunas del desierto de Merzouga subidos a la joroba de nuestros respectivos dromedarios (porque sí, no son camellos, no xD Son dromedarios. Una joroba = dromedario. Dos jorobas = Camellos. Y, al parecer, no hay camellos en Marruecos...).
Casi una hora de camino más tarde, llegamos al lugar en donde pasaríamos la noche: una especie de campamento formado con diversas jaimas. Nada más llegar nos dispusimos a alcanzar la cima de una de las dunas más altas de la zona, ya que anochecería en breve y queríamos tener una visión perfecta. Nos constó muchísimo, lo reconozco. Tuvimos que hacer diversos descansos durante el camino pero finalmente lo conseguimos y, desde luego, el esfuerzo mereció muchísimo la pena.
Tras disfrutar de uno de los mejores escenarios del mundo, bajamos de la duna y comenzamos a cenar. Decir que fue una de las mejores cenas que probamos durante todo el viaje! Pensar que de simplemente una botella de butano (aka un camping gas xD) en mitad del desierto puedo cocinarse semejante manjar me parece increíble! Más que nada porque estuvimos en restaurantes en donde la comida dejaba bastante que desear... Pero bueno...
Después de cenar estuvimos de charla hasta casi entrada la madrugada y, cuando nos dispusimos a ir a dormir, decidimos hacerlo bajo las estrellas, literalmente. Por lo que sacamos los colchones de nuestras jaimas y los dejamos justo en el centro del campamento. Lo dicho. Una noche inolvidable ♥
✰ Rumbo a Marrakech
Tras la inolvidable noche anterior, tuvimos que volver a la realidad y, tras volver al hotel nuevamente sobre los dromedarios, dimos comienzo a nuestro viaje rumbo a Marrakech.
Hicimos diversas paradas en el camino, tanto para visitar lugares como para dormir pero, como no quiero que la reseña acabe siendo como el quijote, únicamente os comentaré lo que más me llamó la atención de la ruta hasta Marrakech.
La primera parada fue en Khamlia, una pequeña aldea situada al pie de las dunas de Erg Chebbi, las puertas del gran desierto del Sahara. La gente es cálida, amable y tranquila, y debido a su cultura musical, sus costumbres sociales y sus tradiciones ocupan un lugar único en Marruecos. La música en Khamlia es la esencia del lugar, a manos de la tribu Gnaoua. Os recomiendo, si vais, disfrutéis de su hospitalidad, tomando una taza de té y escuchando la música Gnaoua descansando en el maravilloso paisaje del desierto, entre dunas y preciosos mantos de estrellas.
La siguiente parada fue en las Gargantas del Todra, que se encuentran a unos 15 kilómetros de Tinerhir, el oasis más frondoso del sur. La verdad es que llegan a impresionar. Te sientes tan pequeñito/a entre esos gigantescos muros rocosos...
Seguimos por la ruta de las Kasbahs, desviándonos hacia el interior del Valle del Dades. Gran rivalidad existe entre estas gargantas y las del Todra por ser las mas bellas de Marruecos. Si bien son mas altas y, aunque discutible, más espectaculares las del Todra, la variedad paisajística de las gargantas del Dades, junto con su riqueza arquitectónica hacen que sean mis preferidas.
Pasamos rápidamente por Skoura, donde visitamos algunas de las kasbahs más bonitas hasta llegar a Ouarzazate, también conocida como “La puerta del desierto”. Lo que más impresionó fue descubrir que esta última ha sido el escenario de centenar de películas! En Ouarzazate se encuentran los Atlas Corporation Studios, de titularidad marroquí, la estructura de la cual destaca por su inconfundible exterior, a medio camino entre rústicas murallas árabes y templos egipcios. En ella todavía se conserva un templo tibetano (de 1997 para Kundun, de Martin Scorsese), el mercado de esclavos de Gladiator, o el avión utilizado por Michael Douglas en La Joya del Nilo (Lewis Teague, 1985). Por otro lado, la espectacular fortaleza de Jerusalén que aparece en el Reino de los Cielos de Ridley Scott (2005), es la joya de la corona de la competencia, los CLA Studios.
Y hay más. A unos 30 quilómetros antes de llegar a estos colosos platós de cine se erige el ksar Aït-Ben-Haddou, un espectacular pueblo fortificado al margen del rio Margan que data de finales del siglo XI y que la Unesco proclamó Patrimonio de la Humanidad en 1987. Esta fue la ciudad amurallada que poseyeron Michael Caine y Sean Connery en El hombre que pudo reinar (John Houston, 1975), así como los callejones laberínticos de La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988), Los héroes del tiempo (1981), la saga de La Momia (1999), Príncipe de Persia: las arenas del tiempo (Mike Newell, 2010), o escenas de la segunda de Juego de Tronos (2012), así como también para otros los films que se rodaron tanto en los estudios de Ouarzazate como en el desierto de Erg Chebbi o en las montañas del Atlas, como Lawrence de Arabia, Alejandro Magno, o El cielo protector.
✰ Marrakech. Essaouira. Vuelta a casa
En la ultima etapa del viaje llegamos a Marrakech, una de las ciudades más importantes de Marruecos, que posee numerosos monumentos patrimonio de la Humanidad, lo que la convierten en uno de los principales atractivos turísticos del país. Es, junto a Mequinez, Fez y Rabat, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. La ciudad posee el mercado tradicional más grande del país y una de las plazas más concurridas de África y del mundo, Djemaa el Fna. En la plaza se citan acróbatas, cuenta-cuentos, vendedores de agua, bailarines y músicos. Por la noche, la plaza se llena de puestos de comida, convirtiéndose en un gran restaurante al aire libre.
Sin embargo, y a pesar de todo el encanto que tiene la ciudad, lo cierto es que vimos prácticamente en un día todos los lugares más conocidos (entre otros, la mezquita Koutoubia, uno de los monumentos más representativos de la ciudad de Marrakech. Su alminar es el modelo de los de las mezquitas de Rabat, con la Torre Hasan y de Sevilla (España) con la Giralda; las Tumbas Saadianas; la ciudad moderna (Gueliz), con sus formas de vida occidentales; el Jardín Majorelle, un jardín botánico diseñado por el artista expatriado francés Jacques Majorelle y restaurado más tarde por Yves Saint-Laurent y su amigo Pierre Bergé). Por lo que, para seguir descubriendo Marruecos, decidimos visitar, sin haberlo planeado antes ni estar en la ruta que en un principio ideamos, Essaouira, una ciudad portuaria marroquí, situada en la costa occidental atlántica. Es, a mi entender, unas de las pocas ciudades marroquíes que merece una estancia de varios días, tanto por ella misma como por sus alrededores, donde abundan las playas de fina arena y realmente preciosas. Asimismo, su medina o centro histórico está catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2001.
Y eso es todo. Tras Essaouira regresamos a Marrakech, donde pasamos un día más y posteriormente regresamos a casa...
Como ya dije en su momento, ha sido un viaje que me ha dejado muy buenas sensaciones así como recuerdos (y eso que en un principio no estaba muy convencida...). Y, sin lugar a dudas, algún día volveré a pasar una noche en el desierto... En serio. Fue increíble... ♥
wooow es un lugar bellisimooooo las fotos son una clara imagen de ello, seria lindo conocer marruecos :3
ResponderEliminarQué paisajes y edificios más bonitos!! Qué maravilla...
ResponderEliminarLas fotos son una pasada. Es muy bello, aunque parece que lo tengo infravalorado... ;///;
ResponderEliminarJajajajajajaja la aclaración de dromedario y camello me ha hecho gracia xDDDDD
ResponderEliminarLa noche bajo las estrellas... ¡de pelicula! Solo viendo las fotos... eso sería precioso!!
Marrakech y Essaouira (He tenido que subir y bajar para escribirlo bien jajajaja) parecen muy bonitos y que merecen mucho la pena!!!
Me alegro que te lo pasases tan bien!!! :DDDD
Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, qué viaje más chulo!!
ResponderEliminar