Siempre se ha considerado el comic como un excelente medio para contar historias de ficción. Suele ocurrir que cuando un lector decide comprarse un manga, lo hace para adentrarse en mundos fantásticos donde todo es posible. Sin embargo, pocas veces ocurre que un manga se convierta en un rotundo éxito de ventas justamente por todo lo contrario. Éste es el caso de Hana Yori Dango, uno de los más exitosos shojos de todos los tiempos, conocido en nuestro país como No me lo digas con flores.
La historia:
Hana Yori Dango se convirtió rápidamente en el shojo favorito de la juventud japonesa por el realismo de las situaciones que se narraban en sus páginas y por ese punto de telenovela que tanto gusta a mujeres y hombres de cualquier lugar del mundo. Sólo tenemos que darle un vistazo a la programación para ver como las series que narran relaciones entre adolescentes hacen disparar los índices de audiencia en todo el mundo.
Hana Yori Dango trata este tema absolutamente universal desde el punto de vista de Tsukushi Makino, una joven que inicia sus estudios en el Etoku, uno de los institutos más prestigiosos de todo Japón. A diferencia de sus compañeros de clase, Tsukushi ha llegado allí por meritos propios, y no por ser hija de algún personaje famoso o por tener una impresionante cuenta corriente. Es más, el hecho de pertenecer a una familia de clase media es algo que sus compañeros no están dispuestos a perdonarle, ya que consideran que no tiene la categoría suficiente como para asistir a esa escuela. Aunque Tsukushi siempre ha sido una chica fuerte capaz de hacer frente a cualquier situación, empieza a verse anulada entre las paredes de esa escuela, y decide esperar pacientemente a que pasen los dos años que le quedan en el Etoku de la manera más tranquila posible y sin llamar la atención. O al menos esos es lo que tenía pensado hasta que se cruzaron por su camino los miembros del F-4.
Este extraño grupo (cuyo nombre significa “cuatro flores”) está formado por los cuatro chicos más populares del instituto, que además de ser guapos y asquerosamente ricos, pueden llegar a ser muy crueles. De hecho, nadie en el Etoku se atreve a mirarles directamente a la cara, por miedo a la “tarjeta roja”. Cuando alguien molesta, aunque sea lo más mínimo, a cualquiera de los miembros del F-4, éstos depositan una tarjeta roja en su taquilla, y eso significa que va a tener verdaderos problemas: en ese caso, que tus compañeros te ignoren será el menor de tus males. Nadie a permanecido nunca más de dos semanas en el instituto tras una declaración de guerra del F-4. Y sin embargo, pese a la crueldad de sus acciones, los chicos del F-4 siguen siendo los más populares y admirados del instituto, algo que Tsukushi no logra comprender. A menudo se indigna tanto que, para desahogarse, tiene que salir a las escaleras de emergencia para gritar tan alto como le sea posible lo harta que ésta de todo esto.
Un día, la única amiga de Tsukushi en todo el instituto, Makiko, tiene un aparatoso accidente cayéndose por las escaleras. Por suerte, Makiko no sufre heridas de ningún tipo, pero las consecuencias son mucho peores que un cardenal en el trasero: su pie ha ido a parar a la cara de uno de los miembros más peligrosos del F-4: Domyoji. Su destino parece estar sellado, y Tsukushi lo sabe: su amiga Makiko no soportará una tarjeta roja del F-4, así que decide salir en su defensa. Y no sólo intenta hacer que le perdone, sino que su rabia contenida hace que acabe poniendo a caldo a los miembros del F-4 y sus perversas actitudes. En ese momento, Tsukushi no se da cuenta de lo que está haciendo, pero pronto se da cuenta de que se acaba de meter en un problema bastante grande: a la mañana siguiente, se encuentra una tarjeta roja en su taquilla, a partir de ese momento hasta su amiga Makiko, a la que había defendido, le niega la palabra, ya que hablar con una “repudiada” por el F-4 supone una tarjeta roja. Y que Makiko haya dejado de hablarle es lo menos doloroso que le pasa los días posteriores: huevos podridos, pupitres escondidos, e incluso un intento de violación es lo que le sucede a Tsukushi por el mero hecho de haberles plantado cara a esos elitistas del F-4. Sin embargo, lejos de darse por vencida y abandonar el instituto, decide sacar fuerzas de su interior y volver a ser la Tsukushi fuerte y decidida que era en su anterior escuela, así que decide plantar cara al F-4, y lo hace pegándoles a cada uno de ellos una tarjeta roja en la frente: ahora es ella quien les declara la guerra. La batalla no ha hecho más que comenzar…
Pero no todos los miembros del F-4 son tan arrogantes y creídos como Domyoji. Rui Hanazawa, el más reservado y misterioso de las cuatro flores parece menos cruel que los demás, y eso empieza a despertar en Tsukushi sentimientos contradictorios. El tercer vértice del triangulo amoroso los forma el mismísimo Domyoji, que empieza a sentir algo por Tsukushi, ya que ninguna chica le había tratado con la sinceridad con la que ella le trata, y por primera vez se siente apreciado (o más bien: despreciado) por algo más que por su dinero o su fama.
La vida de Tsukushi nunca volverá a ser la misma, a partir de ahora tendrá que esquivar a las tretas del F-4, sufrir el desprecio de sus compañeros de instituto y las malvadas acciones de un grupo de arpías que no soportan su extraña relación con los miembros del F-4. ¿Sobrevivirá Tsukushi a las atrocidades que le tienen preparados sus compañeros o decidirá rendirse? Y lo más importante ¿Quién acabará colándose en su corazón?
La serie:
Hana Yori Dango comenzó a publicarse en 1992 en la revista Margaret, una revista de shojo algo más adulta, donde continuó serializándose hasta ser recopilada en 36 volúmenes, que Planeta ha publicado íntegros en nuestro país. Yoko Kamio, la autora del manga, era casi una desconocida cuando comenzó a publicar la serie, pero poco a poco vio aumentar su fama cuando el manga de Hana Yori Dango se convertía en uno de los favoritos de la revista Margaret. A partir de ahí, sus personajes se hicieron muy famosos entre el público japonés, y su protagonista se convirtió en todo un referente para las jovencitas japonesas, que vieron en Tsukushi un ejemplo de mujer fuerte y decidida a imitar. La serie se convirtió en un éxito de ventas, haciendo que cada tomo recopilatorio se alzara en lo más alto de las listas de ventas. Durante las más de 5700 páginas de historia, la autora logra poco a poco limar su estilo. No en vano, la serie se publicó durante diez años, por lo que de un estilo trasnochado vemos su evolución pagina a página, llegando a convertirse en un claro ejemplo del grafismo actual del shojo manga, limpio y elegante. Un estilo que, por cierto, se ha ido copiando en diversos mangas de la revista en la que fue publicado. Y es que no hay nada como tener éxito para que te salgan imitadores.
La historia:
Hana Yori Dango se convirtió rápidamente en el shojo favorito de la juventud japonesa por el realismo de las situaciones que se narraban en sus páginas y por ese punto de telenovela que tanto gusta a mujeres y hombres de cualquier lugar del mundo. Sólo tenemos que darle un vistazo a la programación para ver como las series que narran relaciones entre adolescentes hacen disparar los índices de audiencia en todo el mundo.
Hana Yori Dango trata este tema absolutamente universal desde el punto de vista de Tsukushi Makino, una joven que inicia sus estudios en el Etoku, uno de los institutos más prestigiosos de todo Japón. A diferencia de sus compañeros de clase, Tsukushi ha llegado allí por meritos propios, y no por ser hija de algún personaje famoso o por tener una impresionante cuenta corriente. Es más, el hecho de pertenecer a una familia de clase media es algo que sus compañeros no están dispuestos a perdonarle, ya que consideran que no tiene la categoría suficiente como para asistir a esa escuela. Aunque Tsukushi siempre ha sido una chica fuerte capaz de hacer frente a cualquier situación, empieza a verse anulada entre las paredes de esa escuela, y decide esperar pacientemente a que pasen los dos años que le quedan en el Etoku de la manera más tranquila posible y sin llamar la atención. O al menos esos es lo que tenía pensado hasta que se cruzaron por su camino los miembros del F-4.
Este extraño grupo (cuyo nombre significa “cuatro flores”) está formado por los cuatro chicos más populares del instituto, que además de ser guapos y asquerosamente ricos, pueden llegar a ser muy crueles. De hecho, nadie en el Etoku se atreve a mirarles directamente a la cara, por miedo a la “tarjeta roja”. Cuando alguien molesta, aunque sea lo más mínimo, a cualquiera de los miembros del F-4, éstos depositan una tarjeta roja en su taquilla, y eso significa que va a tener verdaderos problemas: en ese caso, que tus compañeros te ignoren será el menor de tus males. Nadie a permanecido nunca más de dos semanas en el instituto tras una declaración de guerra del F-4. Y sin embargo, pese a la crueldad de sus acciones, los chicos del F-4 siguen siendo los más populares y admirados del instituto, algo que Tsukushi no logra comprender. A menudo se indigna tanto que, para desahogarse, tiene que salir a las escaleras de emergencia para gritar tan alto como le sea posible lo harta que ésta de todo esto.
Un día, la única amiga de Tsukushi en todo el instituto, Makiko, tiene un aparatoso accidente cayéndose por las escaleras. Por suerte, Makiko no sufre heridas de ningún tipo, pero las consecuencias son mucho peores que un cardenal en el trasero: su pie ha ido a parar a la cara de uno de los miembros más peligrosos del F-4: Domyoji. Su destino parece estar sellado, y Tsukushi lo sabe: su amiga Makiko no soportará una tarjeta roja del F-4, así que decide salir en su defensa. Y no sólo intenta hacer que le perdone, sino que su rabia contenida hace que acabe poniendo a caldo a los miembros del F-4 y sus perversas actitudes. En ese momento, Tsukushi no se da cuenta de lo que está haciendo, pero pronto se da cuenta de que se acaba de meter en un problema bastante grande: a la mañana siguiente, se encuentra una tarjeta roja en su taquilla, a partir de ese momento hasta su amiga Makiko, a la que había defendido, le niega la palabra, ya que hablar con una “repudiada” por el F-4 supone una tarjeta roja. Y que Makiko haya dejado de hablarle es lo menos doloroso que le pasa los días posteriores: huevos podridos, pupitres escondidos, e incluso un intento de violación es lo que le sucede a Tsukushi por el mero hecho de haberles plantado cara a esos elitistas del F-4. Sin embargo, lejos de darse por vencida y abandonar el instituto, decide sacar fuerzas de su interior y volver a ser la Tsukushi fuerte y decidida que era en su anterior escuela, así que decide plantar cara al F-4, y lo hace pegándoles a cada uno de ellos una tarjeta roja en la frente: ahora es ella quien les declara la guerra. La batalla no ha hecho más que comenzar…
Pero no todos los miembros del F-4 son tan arrogantes y creídos como Domyoji. Rui Hanazawa, el más reservado y misterioso de las cuatro flores parece menos cruel que los demás, y eso empieza a despertar en Tsukushi sentimientos contradictorios. El tercer vértice del triangulo amoroso los forma el mismísimo Domyoji, que empieza a sentir algo por Tsukushi, ya que ninguna chica le había tratado con la sinceridad con la que ella le trata, y por primera vez se siente apreciado (o más bien: despreciado) por algo más que por su dinero o su fama.
La vida de Tsukushi nunca volverá a ser la misma, a partir de ahora tendrá que esquivar a las tretas del F-4, sufrir el desprecio de sus compañeros de instituto y las malvadas acciones de un grupo de arpías que no soportan su extraña relación con los miembros del F-4. ¿Sobrevivirá Tsukushi a las atrocidades que le tienen preparados sus compañeros o decidirá rendirse? Y lo más importante ¿Quién acabará colándose en su corazón?
La serie:
Hana Yori Dango comenzó a publicarse en 1992 en la revista Margaret, una revista de shojo algo más adulta, donde continuó serializándose hasta ser recopilada en 36 volúmenes, que Planeta ha publicado íntegros en nuestro país. Yoko Kamio, la autora del manga, era casi una desconocida cuando comenzó a publicar la serie, pero poco a poco vio aumentar su fama cuando el manga de Hana Yori Dango se convertía en uno de los favoritos de la revista Margaret. A partir de ahí, sus personajes se hicieron muy famosos entre el público japonés, y su protagonista se convirtió en todo un referente para las jovencitas japonesas, que vieron en Tsukushi un ejemplo de mujer fuerte y decidida a imitar. La serie se convirtió en un éxito de ventas, haciendo que cada tomo recopilatorio se alzara en lo más alto de las listas de ventas. Durante las más de 5700 páginas de historia, la autora logra poco a poco limar su estilo. No en vano, la serie se publicó durante diez años, por lo que de un estilo trasnochado vemos su evolución pagina a página, llegando a convertirse en un claro ejemplo del grafismo actual del shojo manga, limpio y elegante. Un estilo que, por cierto, se ha ido copiando en diversos mangas de la revista en la que fue publicado. Y es que no hay nada como tener éxito para que te salgan imitadores.
¡Hola!
ResponderEliminarHe de decir que es uno de mis mangas favoritos.Si se comparan los dibujos del principio y los del final, no hay luz, pero se sigue manteniendo constante el espíritu que caracteriza a Yoko Kamio. Tengo entendido que habrá una segunda parte y por lo que he podido leer... se parece un poquito bastante a Hana Yori Dango... Lo cual me ha dejado un poco decepcionada porque me esperaba algo rompedor e innovador, pero aún cabe la posibilidad de que me sorprenda, así que, se verá con el tiempo.
¡Kissu! ^^
y tu opinion personal del manga?
ResponderEliminarEsta es una reseña que realicé en 2009. Por aquel entonces únicamente resumía y explicaba de qué trataban las obras en sí. Es por ello que no está mi opinión personal.
EliminarSi quieres conocerla, pues decirte que me parece uno de los mejores shojos que he leído. Una recomendación obligatoria.